Cómo un docente puede llegar a convertirse en un buen comunicador

La comunicación en el aula. Cuando la postura y el gesto toman la palabra.


La comunicación es la principal herramienta de transmisión de conocimientos en el ámbito docente. Posibilita el proceso de enseñanza-aprendizaje y la difusión de los avances de la ciencia y el saber. Para contribuir de forma óptima a dicha difusión, el docente debe dominar determinadas habilidades comunicativas relacionadas con lo que dice (lenguaje verbal) y con el cómo lo dice (comportamiento no verbal). La forma de elaborar su discurso, su expresión facial, sus gestos, su mirada, sus posturas, el uso del espacio, el manejo de las distancias, su apariencia, el uso del tacto y del contacto; todo interviene a la hora de comunicarnos con los alumnos, o con cualquier tipo de auditorio.

Muchos hemos “sufrido” en alguna ocasión a algún profesional que, conociendo y dominando la materia, no se expresaba con claridad, no se hacía entender, o no convencía con sus palabras. Un buen comunicador, pero sobre todo un buen docente, debería acreditar ciertas competencias comunicativas. También debería poseer habilidades para “leer” el significado de las expresiones faciales, miradas, gestos y posturas de sus alumnos. Pero esta habilidad no se enseña en los cursos que capacitan para el ejercicio de la docencia. Sin embargo este libro le ayudará a ello.

Y no se preocupe en exceso, aunque nuestro estilo y forma de comunicarnos se haya ido forjando con los años y se haya convertido en un hábito fuertemente arraigado, muchos de estos hábitos adquiridos y consolidados con el tiempo pueden ser revisados y modificados. Este libro da un paso en ese sentido para que podamos mejorar las competencias comunicativas lingüísticas, hápticas, paralingüísticas, proxémicas, kinésicas y estilísticas.

Nunca se había escrito un libro que abordara el proceso de enseñanza-aprendizaje desde el punto de vista de la comunicación de una forma tan completa. No obstante, este libro puede ser de utilidad no solo a los docentes, sino también a los científicos, directivos, políticos, juristas, periodistas, artistas, sacerdotes, agentes comerciales y a todas aquellas personas que tengan que expresarse en público con cierta frecuencia.

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