El docente, y el sistema educativo en general, deben ser
conscientes de la importancia de acercar de una manera entendible y amena la
ciencia al alumno. Esos sistemas de enseñanza añejos, basados en clases
magistrales donde el alumno es un sujeto pasivo deberían estar fuera de la
órbita de la enseñanza reglada. Sin embargo, en muchos centros escolares se continúa
impartiendo docencia con clases magistrales al uso, o empleando un tono árido y
poco entusiasta en las exposiciones. En otras, como en las clases de filosofía
de una de mis hijas, el profesor no explica mucho y los alumnos son evaluados de su capacidad de memorización
sobre cosas que no entienden; yendo encaminados los criterios de evaluación a completar
una serie de frases en un texto incompleto sobre tal o cuál autor. Sin
embargo, en las clases de filosofía del mismo centro, otro profesor evalúa los
conocimientos adquiridos haciendo preguntas abiertas sobre tal o cuál autor y a
las que tienen que responder con una mínima extensión.
Pienso que no se trata de formar mentes con alta capacidad
de almacenamiento de la información, tampoco a enciclopedias andantes, ¿dónde queda
aquello de tratar de fomentar la capacidad de análisis crítico del alumno?,
¿formamos estudiantes competentes?, ¿tenemos claro qué competencia tratamos o
debemos tratar de evaluar?
Recordemos que los contenidos necesarios para el
desarrollo de una competencia son el saber
(datos, hechos, conceptos, etc.), el saber
hacer (habilidades, destrezas, técnicas a aplicar...), saber ser (normas, actitudes, valores, intereses que llevan a unas
convicciones y a asumir unas responsabilidades) y saber estar (predisposición a la comunicación interpersonal y al
entendimiento, favoreciendo un comportamiento colaborativo). No perdamos el
norte, no todo es acumular datos. Debemos asegurarnos de que el alumno adquiera
las competencias mínimas para que en un futuro, no tan lejano, consiga alcanzar
un eficiente desempeño en la profesión que elija, independientemente de en qué
centro estudie o qué profesor le haya tocado en determinada asignatura.
¿Seguimos tomando como criterios de evaluación sólo el saber?
El docente debería ser lo suficientemente “competente” como
para “saber” identificar cuáles son los requerimientos fundamentales
(competencias) plasmados en el currículum y, a partir de ahí, diseñar
aquellas situaciones de aprendizaje que fueran necesarias para conseguir el
progreso del alumno y sin los cuáles fracasaría, o conllevaría un aprendizaje
modesto en los niveles posteriores. Pienso que un docente “competente” debe
buscar qué es lo esencial de su asignatura y establecer criterios de evaluación
buscando la constatación de que esos conocimientos han sido adquiridos. Pero muchas
veces sucede que, como docentes, identificamos contenidos poco importantes,
contenidos que constituyen aspectos abstractos, poco aplicables y de mínima
relevancia para la preparación general del alumno y, sin embargo, los incluimos
como un criterio de evaluación porque pensamos que nos permite discernir entre el alumno que
ha trabajado más, respecto al que ha trabajado menos. Bajo mi punto de vista, tratar
de distribuir preguntas con distinto índice de dificultad no debería consistir en
incluir preguntas de mínima relevancia.
Si el conocimiento es cambiante cada día ¿por qué seguimos
poniendo el mayor peso de la enseñanza en los datos, en los conceptos, en el saber? ¿No será mejor facilitar a
nuestros alumnos las herramientas
para que ellos mismos puedan adquirir por si solos el conocimiento?
Todos hemos oído o leído, en alguna ocasión, aquel tópico de
la historia de la educación en España sobre el aprendizaje de la lista de los
reyes godos, pero me llama la atención que en los tiempos que corren, en
algunos centros, todavía se mantengan estilos de enseñanza donde la prioridad son
las pruebas memorísticas. Pienso que como docentes debemos velar por el
progreso educativo, pero por un progreso educativo responsable, basado en
competencias, evidenciando logros y retroalimentando al alumno sobre los
mismos, identificando debilidades que le permitan retomar el camino hacia los
objetivos marcados en el currículum y, sobre todo, potenciando sus fortalezas.
¿Preparamos a los alumnos para el pasado o para el futuro? En el siguiente vídeo se hace hincapié en la necesidad de formar a estudiantes que piensen de forma creativa, innovadora, crítica e independiente, pero con un sistema de enseñanza más personalizada, más basada en las fortalezas y necesidades de cada alumno. Os dejo con ese interesante vídeo:
¿Preparamos a los alumnos para el pasado o para el futuro? En el siguiente vídeo se hace hincapié en la necesidad de formar a estudiantes que piensen de forma creativa, innovadora, crítica e independiente, pero con un sistema de enseñanza más personalizada, más basada en las fortalezas y necesidades de cada alumno. Os dejo con ese interesante vídeo:
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