Está claro que el
comportamiento no verbal no debe ser estudiado de forma aislada al proceso
total de comunicación. La comunicación engloba ambas vertientes, la verbal y la
no verbal, y toda interacción social necesita de la comunicación no verbal.
Para Argyle (1969) algunos de los hallazgos más importantes en el campo de
la interacción social giran en torno a la forma en que la interacción verbal
necesita el apoyo de la comunicación no verbal. En las situaciones de aula
podemos observar comportamientos no verbales, que vinculados a la comunicación
verbal, pueden resultar de interés para el docente.
Los elementos no verbales en situaciones de aula están
presentes en la aceptación de ideas, en la comprensión de las mismas, en los
silencios tras el profesor lanzar una pregunta al auditorio, etc. Ante una
pregunta que lance el profesor a sus alumnos, las señales no verbales se
muestran en ese alumno que ha estudiado y agita la mano de manera entusiasta,
porque está seguro de conocer la respuesta, o en ese alumno que evita la
mirada, que evita todo contacto ocular con el profesor, porque no sabe la
respuesta. A través de la expresión facial y de la elevación o descenso de las
cejas también podemos recibir retroalimentación sobre si conoce o no la
respuesta a la pregunta planteada. También, a través de la retroalimentación
visual, el profesor puede determinar la comprensión por parte de los
estudiantes ante su exposición.
Eibl-Eibesfeldt (1972) denominó
“destello de cejas” a ese rápido subir de cejas que se mantiene
unos 6 segundos y que observó en europeos, balineses, papúes, samoanos, indios
sudamericanos, bosquimanos y otros. Knapp (1982) afirma que este
comportamiento suele observarse a menudo en el saludo amistoso, pero que puede
verse también en gente que aprueba o acuerda, busca confirmación, flirtea,
agradece, comienza y/o enfatiza un juicio. Para este autor, en definitiva, ese
movimiento indica una solicitud o aprobación hacia un contacto social; pero
también a veces se producen movimientos de cejas que parecen indicar aspectos
negativos como desaprobación, indignación o amonestación. Estos últimos suelen
ir, con frecuencia, acompañados de mirada fija y/o levantamiento de cabeza con
descenso de párpados, con lo que se señala un cierre del contacto.
Pero el
comportamiento no verbal por parte del profesor también está presente en
determinadas expresiones faciales de amenaza, o por el tono de voz cuando
reprime determinadas conductas. Por la disposición de los asientos y como
distribuye a los alumnos ante un examen, el profesor también da información
sobre la confianza depositada en ellos. Y lo más peligroso, en ocasiones la
información que el profesor envía a los alumnos por los tres canales (visual,
verbal, paraverbal) es incongruente, por ejemplo cuando se le anuncia al alumno
que tiene todo el tiempo que necesite para su exposición ante una pregunta planteada,
pero las constantes miradas al reloj y cierta inquietud por parte del profesor
denotan lo contrario.
También
podríamos hablar aquí de las sutiles influencias no verbales que se producen
cuando se tienen en cuenta las informaciones previas facilitadas sobre
capacidades de los alumnos. Me refiero al conocido efecto Pigmalión descubierto
por Rosenthal y Jacobson (1968). Estos autores le pasaron un test de
cociente intelectual a un grupo de alumnos, antes del ingreso en un centro de
primaria. Después, con independencia de los resultados del test, le asignaron a
una serie de alumnos puntuaciones muy elevadas en dicho test, lo que podría
predecir un alto rendimiento intelectual en el curso que comenzaba. Los
resultados de estos “brillantes” alumnos fueron comunicados a los profesores
que les impartirían clases. Pues bien, curiosamente en el test de cociente
intelectual realizado al finalizar el curso, estos estudiantes mostraron una
mejora considerable. Rosenthal y Jacobson atribuyeron estos resultados tan positivos
a las expectativas del profesor y a la manera en que habían
tratado a estos “brillantes” estudiantes.
¡Y qué decir del
aspecto del aula y demás ambientes diseñados para la enseñanza que pueden
facilitar o dificultar la participación activa por parte del alumno!.
Cuestiones como el espacio entre asientos, la distribución de estos o la
ubicación de las ventanas son solo algunos ejemplos. Pero dejemos este tema
para otro momento.
Muy bueno!
ResponderEliminarUn placer haberos encontrado!